El Primer Mártir de la Imprenta Venezolana

Studi in Italia, Roma: Liceo Classico. In Venezuela: Relazioni Pubbliche…
IL CARO PREZZO DELLE NOTIZIE
Niente di nuovo sotto il sole, di oggi e di ieri.
La ricerca, narrazione e la divulgazione delle notizie e dei fatti accaduti, spesso trovano ed hanno trovato ostacoli e crudeli repressioni in tutto il mondo, in ogni epoca.
Oggi, al bordo di una nuova guerra mondiale, molti giornalisti ed operatori della comunicazione cadono eroicamente nel compito de loro importante lavoro.
Ecco quanto accadde nel non lontano 1806 in Venezuela:
Las goletas Baccus y Bee, permanecían ancladas en la rada de Puerto Cabello a la vista del temible Castillo de San Felipe que dominaba el trágico escenario.
El buque Leandro, con abordo el General Francisco de Miranda, navegaba a prisa en alta mar, habiendo evadido a los bergantines españoles el Coloso y Argos, que en rápida y sorpresiva acción habían atrapado a los otros dos navíos, su tripulación y armamento, en la fatídica noche del 27 de abril de 1806, impidiendo el desembarque en la costa de Ocumare.
Al mismo tiempo, en las plazas públicas de Caracas, en medio de un gran alboroto, eran quemados los retratos de “ese vendido inglés con su zarcillo en la oreja y su melena de vieja”, aludiéndose así al extraño personaje venezolano de 56 años, que al mando de 200 hombres reclutados en el extranjero se había atrevido a desafiar al poderío español, con el propósito de derribar el yugo opresor y proclamar la Independencia. Para la cabeza del precursor se ofrecían 30.000 pesos.
En la parte superior del Fortín Solano, “Castillo de San Felipe” los miembros del tribunal, cargados de ira y de deseos de venganza, presidían el largo desfile de restos humanos, demacrados, casi sin ropa y cargados de cadenas, sacados de los inmundos calabozos a empujones y golpes. Eran las 6 de la mañana del 21 de julio. El intérprete iba traduciendo en voz arrogante la sentencia dictada por el magistrado: “Vosotros prisioneros… (Mencionó ocho, todos de nombres y apellidos británicos y norteamericanos) sois sentenciados a ser colgados por el cuello hasta que halléis la muerte; después de lo cual vuestras cabezas serán separadas de vuestros cuerpos, clavadas en estacas y repartidas para ser expuestas en sitio público del país”. Cuarenta y ocho más fueron condenados a presidio.
De la pluma del periodista y agudo investigador Servando García Ponce en sus “Apuntes sobre la libertad de prensa en Venezuela, Edición Escuela Periodismo U.C.V.”, se perfila la patética imagen del joven teniente y tipógrafo MILES L. HALL culpable de haber realizado el tipeaje del primer mensaje de independencia y de libertad dirigido al bravo pueblo de Caracas, a bordo del buque en que viajaba, en una pequeña prensa que constituía el arma más poderosa de la expedición.
El nombre de éste joven mártir figura entre muchos otros ciudadanos norteamericanos que en ese día vertieron heroicamente su sangre y están grabados en la placa de bronce colocada en la base del monumento erigido en Puerto Cabello frente a la Casa Guipuzcoana y el ancho mar que fue testigo de su heroicidad.