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Ingenieros italianos en los 161 años del Colegio de Ingenieros

Ingenieros italianos en los 161 años del Colegio de Ingenieros

El Colegio de Ingenieros de Venezuela se instala el 28 de octubre de 1861 y solo contaba con 61 ingenieros. Hoy en día hay casi 200 mil de estos profesionales, quienes en el curso de nuestra historia se han identificado con todas las tareas del desarrollo de Venezuela.

En el art. 45 del decreto que dio origen a esta institución se expresa lo siguiente: «todos los ingenieros de la República constituirán un cuerpo que se denominará ‘colegio de ingenieros’, que el gobierno toma bajo su protección y al servicio de éste como órgano de consulta, adscrito al ministerio de guerra y marina y luego al ministerio de educación, pasando así a integrarse a las organizaciones civiles”. 

El historiador don Eduardo Arcila nos cuenta que la comunicación terrestre en tiempos de la Colonia imponía severas dificultades; la falta de caminos y puentes hacía problemática la circulación era más fácil comunicarse con Santo Domingo por mar que con Caracas… ¡Increíble!

Dado que la comunicación entre ciudades fue lo primero, la ingeniería estuvo presente desde la Conquista: caminos, puentes, fortines, puertos y un sinfín de obras civiles que involucraron ingenieros y curiosamente la ingeniería italiana estaría presente en muchas de ellas; tal vez por el conocimiento que tenían desde la época romana, permitió que fuesen ejecutores de muchas obras.

Ejemplos, como diseño del ingeniero militar italiano Giambattista Antonelli, quien edifica a partir de 1623 el castillo de San Antonio, que custodiaría las salinas de Araya, y muchos otros ejecutados por ingenieros venidos de Italia.

Otros ejemplos como el ingeniero agrónomo Doménico Milano, que llegó a caracas en 1843 y fundó los primeros «estudios agronómicos superiores» de Venezuela con el establecimiento de la escuela normal de agricultura (actual facultad de Agronomía de la Universidad central de Venezuela).

Desde inicios del siglo XX, Venezuela se nutrió de miles de artesanos, albañiles, geómetras, maestros de obra, arquitectos, ingenieros, que con sus conocimientos modernizaron y enriquecieron la ingeniería en el territorio.

Según el Colegio de Ingenieros, entre 1948 y 1958 el 50% de la construcción caraqueña fue realizada por contratistas y mano de obra italiana. Tras la caída del general Marcos Pérez Jiménez y de las limitaciones impuestas por la Ley del Trabajo, para 1961 el porcentaje de obras levantadas por mano de obra de origen italiano era del 48%; en 1967, disminuyó a 23%;

Giácomo Clericó, es otro de los italianos que se destacó en este ramo. Llegó a Venezuela en 1947 e inmediatamente comenzó a trabajar como topógrafo geómetra en la construcción de algunas carreteras del estado Trujillo. En 1956 fundó su propia empresa, con la cual participo en obras hidráulicas del Guri y Caruachi en el estado Bolívar; obras en el sector petroquímico, como la ampliación de la refinería El Palito en Carabobo y obras de vialidad, como el tramo de la autopista centro occidental entre Chivacoa y San Felipe, Yaracuy.

Entramos en la década de 1960. El puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, que comenzó en 1957 con un concurso internacional para diseñarlo y que fue ganado por el italiano Ricardo Morandi y construido en concreto con una longitud de 8.678 metros. Durante varios años fue el puente más largo del mundo en su tipo y sigue siendo una de las estructuras en hormigón armado más grandes del mundo.

Inevitable la descendencia de aquellos inmigrantes, muchos convertidos en ingenieros en nuestras universidades, que crearon obras como el cálculo de los ingenieros Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti, de la estación Caracas en Maripérez y la de El Cojo en Macuto para el sistema teleférico que conecta a la capital del país con el actual estado La Guaira.

Otaola y Benedetti crearon la empresa Precomprimido C.A., pionera no sólo en la construcción de obras de alta ingeniería sino también en utilizar en Venezuela el «concreto precomprimido» antes de que esta técnica fuera aceptada en muchos de los países desarrollados del mundo.

Con Precomprimido C.A. construyen puentes y viaductos: el puente de Angostura, sobre el río Orinoco (1967); el puente La Gaviota sobre la autopista Valle-Coche (1955), viaducto Nueva República, Pagüita, Caracas (1954), con uso de la tecnología de hormigón.

Otras cosas elaboradas por los ingenieros Otaola y Benedetti fueron los cálculos del edificio sede de Pdvsa, el Teatro del Este, las presas de Borde Seco, Turimiquire y la Vueltosa del complejo hidroeléctrico Uribante-Caparo; y la extensión de la casa de máquinas I del complejo hidroeléctrico Raúl Leoni (Guri), y el nuevo viaducto de la Autopista Caracas-La Guaira.

Si nos adentramos en los años 70, se puede apreciar el segundo piso de la autopista Francisco Fajardo (hoy Gran Cacique Guaicaipuro), que fue una obra de la dirección general de vialidad del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y encargada a los ingenieros Fernando Capecchi y José Montañés Laguarda, quienes en su momento conversaban que en Venezuela se construía rápido y muy bien.

Entre el segundo piso de la Autopista del Este y el Distribuidor Ciempiés se hicieron 70 mil metros cuadrados de cálculo estructural. Su estructura está formada por columnas que tienen voladizos de 12 metros a cada lado y 25 metros entre cada una de ellas donde se habían vaciado más de 50 mil metros cúbicos (m3) de concreto y 66 mil metros cuadrados (m2) de estructura y se llegó a contratar a más de 1000 trabajadores. Del equipo del Ciempiés y el puente Veracruz resaltan los proyectistas e ingenieros Alfredo calzadilla, José Capobianco, Henrique Arnal, Fernando Capecchi, entre otros.

En el momento de su construcción, nunca en el mundo se había sido utilizado volados laterales de 12 más de largo, y que contenían más de 120 m3 de hormigón armado. Esta solución llevo a utilizar postensado más adelante, con el geómetra italiano Enio Liberatore, quien formó parte del equipo de la firma Inarteca; constructora de la Comandancia de la Aviación en la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda en La Carlota.

Otra obra de vialidad importante en Caracas y que fue ejecutada por ingenieros ítalo-venezolanos es el Distribuidor Baralt, que recibió el premio de construcciones en 1971. Su historia es que cuando se decidió en 1959 prolongar la Autopista del Oeste (Francisco Fajardo, Gran Cacique Guaicaipuro) desde el puente Mohedano hasta Caricuao, se tuvo que plantear un trabajo que debía ejecutarse en etapas y que deberían llevar varios años o quinquenios su construcción.

De ese trabajo, que llevo más de 15 años terminarse, se comenzó trabajando en base a unas estructuras prefabricadas que permitirían grandes distancias entre pilares, todo un alarde de ingeniería para su momento. El uso de vigas prefabricadas y tableros encajonados con curva, permitían crear un efecto arquitectónico poco usado en autopistas. Las rampas de sección 8 mts y vigas de 2 mts de alto lograron ese hito.  Su conclusión, a finales de 1971, permitió eliminar el cuello de botella que se formaba en el final de la Av. Baralt Sur frente a Quinta Crespo. Trabajo ejecutado por ingeniería del MOP y los ingenieros calculistas Henry Paris y José Capobianco.

Hacer historia de la ingeniería venezolana, en la que ingenieros italianos han participado, nos llevaría escribir un libro completo. El aporte ha sido grande desde el llamado “Descubrimiento” hasta nuestros días y seguirá en el futuro, haciendo de Venezuela una potencia de la ingeniaría de la mano de generaciones de ítalo-venezolanos.                                                       

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